Instantáneas de invierno

Hogar, dulce hogar

Hogar, dulce hogar

A alguien se le ocurrió armar una hoguera en un rincón del estacionamiento, con la idea de usarla en defensa propia. Pero resulta que a los zombies no los asusta el fuego. Y a juzgar por el placer que rezuman sus ojos muertos, es muy probable que los cerebelos asados al limón sean un verdadero manjar.


Pasta para mí, pasta para todos

Pasta para mí, pasta para todos

En el simpático folleto que nos dieron al entrar a trabajar a la fábrica de fideos se olvidaron de mencionar algunos detalles, pequeños pero importantes: las uñas siempre amarillentas, los pulmones llenándose lenta e inexorablemente de harina, la imposibilidad de mantener una dieta baja en carbohidratos.

Conspiración urbana

En este momento, en la cocina de un departamento de planta baja a seis cuadras de este escritorio, una conversación que se presentaba relativamente animada cae en una pausa incómoda que durará exactamente trece segundos. Veinte metros más arriba, en el 4to D, una cincuentona de pantuflas despelusadas pela una naranja como quien no quiere la cosa. Si esta señora girara apenas su cabeza hacia la derecha vería que, justo enfrente, el paredón lateral izquierdo de la ferretería luce una mancha de humedad de asombrosa semejanza al trazado de trenes subterráneos de Buenos Aires. A la vuelta de la esquina, un vientito repentino se arremolina en los zaguanes del lado del sol, despeinando los humildes jardines de malvones, yuyos y tierra. Por esa misma vereda, cinco personas enfilan hacia el norte y sólo dos, un muchacho de sobretodo gris con aspecto de coiffeur salvaje y una viejita algo destartalada, apuran simultáneamente el paso y se dirigen hacia el sur.

Estos hechos, tan inconexos e inofensivos en apariencia, no son otra cosa que el comienzo sincronizado de la más devastadora conspiración que nuestro mundo jamás haya experimentado. Pero cuando el horror que desate sobre el planeta sea ya un recuerdo y los historiadores del futuro indaguen en sus secretos orígenes, habrá por lo menos una pista que los desenmascare sin titubeos: nada más ni nada menos que el párrafo anterior.

Lástima que hoy no sirva siquiera de consuelo.

Indígena arborícola esdrújulo

Ciertas crónicas del Nuevo Mundo dan cuenta de una dócil tribu que suele habitar las copas de los árboles que abundan en los márgenes del Río de la Plata, cuyos miembros lucen desmañadas cabelleras y sonrisas devastadoras, y a quienes sólo se suele avistar cuando el látigo inclemente del otoño despoja a sus enramados hogares de su verdor habitual.

Estas torpes pruebas fotográficas no hacen más que confirmar la veracidad de aquellos centenarios apuntes.

El ejemplar, visto de lejos

El ejemplar, visto de lejos

El ejemplar, visto de cerca

El ejemplar, visto de cerca

Máxima mínima II

Sepa la ciudadanía que el simple hecho de repetir un concepto pobre, aun modificando los vocablos utilizados, no implica en absoluto que el mismo incremente su valor.

Asimismo, es menester que la población tenga muy en cuenta que la reiteración de una idea exigua, más allá de una eventual alteración en el estilo de redacción, no es garantía de mejora alguna.

Manual de instrucciones

Estimado usuario/a:

¡Felicitaciones por su compra! A continuación le ofrecemos una serie de consejos y sugerencias que le ayudarán a sacar el mayor provecho de su flamante unidad, garantizando su correcto funcionamiento y máxima longevidad.

Siempre levante la unidad mediante las asas laterales o el cordón rojo que se provee para tal efecto. Si es necesario, limpie lentes, antenas y gatillos utilizando una escobilla humedecida en una solución al 5% de alcohol y bicarbonato de sodio. Cada 4 meses, rote las férulas inferiores un cuarto de vuelta, cuidando que las tomas de aire queden siempre orientadas hacia el sur. Si nota que disminuye el volumen de las campanadas o se registra cierta interferencia estática, realice el procedimiento de reinicio que se describe en la página 6 del folleto adicional adjunto. Evite utilizar la unidad en situaciones en las cuales corra el riesgo de quedarse dormido/a o exista la posibilidad de interactuar con personas mayores de 72 años de edad. En caso de observar pérdidas de líquidos o vapores a través de las juntas de la carcaza exterior de la unidad, evacúe inmediatamente un área de 50 metros a la redonda y proceda a dar aviso a la dotación de bomberos más próxima. Recuerde que la tenencia, portación y operación de la unidad puede estar legalmente restringida en su país de residencia, por lo cual recomendamos que consulte la legislación vigente.

En caso de requerir cualquier tipo de asistencia adicional, no dude en comunicarse con nuestra línea gratuita de atención al cliente al 0-800-MI-UNIDAD.

Trastienda

Amor Entintado tras bambalinas

Amor Entintado tras bambalinas

La trastienda de este chiringuito es muchísimo más interesante que la vidriera, les aseguro. Ahí, cubiertos por una fina capa de polvo, se amontonan frases sueltas, títulos crípticos y jirones de inspiración repentina. Semillas que en buenas manos podrían llegar a ser flor, pero que tuvieron la mala fortuna de caer en un jardín donde casi nunca llueve.

No son estas páginas más que un humilde cementerio sin lápidas a donde vienen a morir, deformes e irreconocibles, ideas que quizás alguna vez prometieron algo. Lo maravilloso es que hay gente que sigue pasando a traer flores.

Códigos

Decidió dedicar el resto de su vida a aprender todos los lenguajes, dialectos y jerigonzas existentes en el mundo. El dibujo sinuoso de las manchas de humedad en el cielo raso, los trazos entrecortados de las rajaduras en su vereda, la peculiar distribución de las pecas sobre el hombro derecho de Alejandra: a su alrededor, los mensajes eran obvios y muchos. El problema, justamente, era que él no los entendía.

Qué fantástica esta fiesta

No hay mejor forma de retornar de un prolongado silencio blogueril que publicar una serie de imágenes confusas, desenfocadas y cuasi-abstractas.

Sistema planetario espejado

Sistema planetario espejado

Balconcito modelo Blade Runner

Balconcito modelo Blade Runner

Calesiteros incendiados en fuga

Calesiteros incendiados en fuga

Estas fotografías fueron tomadas por quien esto escribe en un moderno local nocturno de esta ciudad, durante una despedida de solteros llevada a cabo el fin de semana próximo pasado. Atento a la sensibilidad artística de la distinguida audiencia, decidí evitar cualquier tipo de imagen impúdica, lasciva o decadente (las cuales, me temo, conforman la mayoría de las capturadas aquella desaforada noche) y concentrarme en cambio en los caprichos luminosos del neón y el aluminio.

Confío en que ustedes sabrán apreciar mi delicada discreción.

Disfraces para Halloween

Sé que al momento de escribir esto todavía faltan varios meses para la celebración de esta fiesta tan tradicional de la Pampa húmeda argentina, pero yo soy un muchacho previsor y ya estoy llevando una lista de potenciales atuendos (junto con algunas notas ad-hoc) para salir de ronda por el barrio en la última noche de Octubre.

  • De matarife arrepentido (delantal manchado, sangre seca bajo las uñas, sollozos incontrolables ante cada bife de chorizo que se cruce en mi camino)
  • De persona afectada con un raro sí­ndrome por el cual nació de 80 años de edad, fue rejuveneciendo con el correr del tiempo y hoy, luego de 49 primaveras, cuenta exactamente con 31 años (llevar en los bolsillos una serie de fotos color sepia de un señor sospechosamente parecido a mi propio abuelo y mostrarlas al grito de "¡miren qué lindo bebé que era!", instalar en mi semblante una complicada mezcla de satisfacción por estar en la flor de la vida luego de tanto tiempo vivido y angustia por conocer el momento preciso en el que moriré)
  • De sátiro obsesionado con las orejas de lóbulos carnosos (ir por la calle pellizcando orejas de extraños con los ojos inyectados en sangre, babear libidinosamente ante ejemplares particularmente rechonchos, evitar ser arrestado)
  • Del hueco en forma de ángulo recto que se forma en la copa de un árbol plantado en una calle por la cual constatemente circulan camiones que lo rozan con sus acoplados (idea consistente, quizás algo difícil de implementar)
  • Del elenco completo de Mary Poppins (alternando rotativamente los personajes cada cinco minutos, con cambio de vestuario incluido)
  • De muchacho que jamás visitó Yakarta, Indonesia (no es necesario ningún tipo de vestimenta especial o modificación en mis costumbres, pero puede ser demasiado similar al disfraz de "muchacho que jamás visitó Nueva Delhi, India" que usé en el 2003)
  • De blogger ocurrente y exitoso (prácticamente descartado: no soy ni por asomo tan buen actor)

Esta lista necesita, a todas luces, ser depurada y aumentada. Los sufridos lectores son bienvenidos a realizar todo tipo de aporte a la causa.

Canción del momento XVII

A veces se me ocurre preguntarme qué es lo que hace que disfrute de algunas canciones y de otras no. Confío en que los gustos personales no se tratan de una ciencia exacta (odiaría que un frío algoritmo pudiera predecir con exactitud mi reacción emocional ante un estribillo), pero a la vez me divierte intentar entender los motivos de la atracción que puede tener un tema sobre mis oídos.

No se trata de cuestiones de virtuosismo instrumental, eso es seguro. Admiro la destreza como cualquier otro hijo de vecino, pero me parece que los habilidosos tienen una desafortunada tendencia a caer en la exhibición innecesaria pour la gallerie. ¿Cuál es la gracia de pisar la pelota y tirar una rabona si no tenés un marcador encima, mordiéndote los tobillos?

Tampoco viene la mano por las simpatías preexistentes que puedo llegar a tener por artistas, épocas o géneros musicales. Tengo mis preferencias, obviamente, pero hago un esfuerzo consciente para que no me obnubilen a la hora de escuchar cosas nuevas. Trato de darle las mismas oportunidades a todo lo que se me cruza en el camino. Y no es que me crea un campeón defensor de la más pura democracia auditiva, sino que esta actitud está conectada a cierto síndrome obsesivo-compulsivo bastante enfermizo: aborrezco la sospecha de estar perdiéndome de algo bueno sólo por prejuicioso.

Me atraen mucho las letras, claro. Esto resulta bastante obvio si uno repasa las ediciones anteriores de la sección Canción del momento, en las que suelo citar los versos que más me llaman la atención. Pero lo cierto es que más allá del caché literario que me puede dar el andar proclamando que para que me guste una canción la letra tiene que rebosar de poesía y metáfora, esto no es así. Mucha de la música que más disfruto es puramente instrumental o tiene letras simples, trilladas o directamente estúpidas.

La endeble conclusión a la que llego es que soy muy permeable a un elemento en particular: la melodía. Si puedo encontrar en una canción alguna secuencia de notas que me llame la atención, que pueda silbar en la ducha o tararear mientras paseo en bicicleta, ya existe entonces un gancho (no por nada en inglés llaman hook a la partecita más atractiva de un tema) del cual mi gusto puede colgarse. En general, cuando me enfrento con un disco por primera vez hago una especie de catálogo subconsciente de esos cachitos seductores, de manera que a la escucha siguiente, al empezar algún tema en particular, puedo pensar "¡Ah, éste es el que antes del estribillo está ese pianito que hace tararí-tarará!" y prestar más atención. Y así es que, por dos o tres segundos, puedo terminar enamorándome de un disco, un grupo o un género musical entero.

Pero qué mejor que ilustrar estos confusos conceptos con un ejemplo. The Jayhawks es (o era, porque andan algo desbandados) un grupo surgido a mediados de los años 80 que, si uno jugara al juego de la categorización, podría caer dentro de un cajón marcado como country-folk-roots-classic-rock (aunque, para evitar problemas, personalmente usaría un término anglosajón más elástico, nebuloso y a la vez conciso: Americana). Las tres canciones que hoy traigo a este rincón pueden encontrarse en el disco Smile del año 2000, un álbum algo menospreciado por sus fans históricos y los puristas del género debido a cierta pátina pop que, sin embargo, a mí me cae muy simpática.

Arranquemos entonces con A break in the clouds:

f. Una cancioncita genérica de amor que parece sacada de la banda de sonido de una mala película setentosa con Dolly Parton y Kenny Rogers. Debería darme vergüenza. Pero las melodías de ese "uh, uh, uh" en el puente y (sobre todo) el estribillo tan desbocadamente esperanzado se me graban a fuego en la corteza cerebral. Ya no hay vuelta atrás.

Más pop naïf desvergonzado en I'm gonna make you love me:

​I’m gonna make you love me
I’m gonna dry your tears
We’re gonna stay together
For a million years
—-
Voy a hacer que me ames
Voy a secar tus lágrimas
Vamos a quedarnos juntos
Por un millón de años
— The Jayhawks

Creo que queda bastante claro que esta letra no aspira a destronar a los sonetos de Shakespeare, ni mucho menos. Pero ahí, entonada con ese entusiasmo tan contagioso, a mí se me hace difícil de resistir.

Para ir cerrando, mi canción favorita del disco, Broken harpoon, un amable y etéreo derroche de armonías:

No sé si hay alguna conclusión posible después de este interminable opúsculo sin pies ni cabeza. Sospecho que The Jayhawks no son ninguna maravilla, y estoy seguro de que algunos de sus otros discos son mejores y contienen canciones con mucho más mérito artístico que las que acá elegí publicar. Pero también es cierto que, personalmente, no hubiera llegado jamás a escuchar esos otros discos y esas otras canciones si éstas no se me hubieran cruzado por el camino.

A lo que voy es que me parece que en ocasiones se menosprecia injustamente aquello que resulta accesible de buenas a primeras, como si necesariamente hubiera que sufrir y trabajar horas extra para apreciar a los verdaderos genios y sus obras. Me permito dudar cuando se equipara lo instantáneamente atractivo con lo irremediablemente banal.

Si crear cosas disfrutables en lo inmediato fuera tan simple, tan reprobable, tan digno de holgazanes y pícaros, sepan ustedes que me estaría dedicando justamente a eso.

Ante cualquier duda (reprise)

Ante cualquier duda, consulte a su médico. Ante cualquier lucha, consulte a su bélico. Ante cualquier curda, consulte a su vértigo. Ante cualquier ducha, consulte a su gélido. Ante cualquier suma, consulte a su séptimo. Ante cualquier ruta, consulte a su séquito. Ante cualquier chucha, consulte a su fémino. Ante cualquier suba, consulte a su éxito. Ante cualquier cura, consulte a su clérigo.

Correo simple

Estimadísima Zelmira:

Créame cuando le digo que quizás esta carta sea una de las las más difíciles que jamás me haya tocado escribir en la vida. Y sepa usted que cada extensión abeliana finita del cuerpo de los números racionales Q (en otras palabras, cada cuerpo de números algebraicos cuyo grupo de Galois sobre Q sea abeliano) es un subcuerpo de un cuerpo ciclotómico, es decir, un cuerpo obtenido al añadir una raíz de la unidad a los números racionales.

Por siempre suyo,

Pedro

Detalle oriental

Hoy, el insufrible sujeto que escribe únicamente en forma de haiku confecciona la lista del supermercado para su mujer:

poco pido hoy
frugal cual mariposa
pan, miel y el diario

alfajor, Blem
limpiezas y sabores
acá se mezclan

¡oscuro porch!
cien watts bajo consumo
la luz darán

zumban mis sueños
no es timbre ni taladro
necesito Off

¡tan seco, vientre,
sin dosis de yogur!
(promo pack seis)

y ya que estamos
no viene mal All-Bran
ayuda extra

máquina Schick
espuma old Spice, Axe
todo bien macho

¿falta algo? ¡no!
sólo tu beso al volver
y chicles, claro