Desde estas hermosas playas

Desde estas hermosas playas

Desde estas hermosas playas

Desde hoy y por un par de semanas, el clan Entintado se encuentra disfrutando de las infinitas posibilidades de relax y diversión que ofrece la Costa Atlántica Argentina, que (como todo el mundo sabe) es muy diferente y a la vez completamente idéntica a, digamos, la Costa Báltica Sueca.

Además de viento incesante y la posibilidad siempre presente de una hipotermia acuática, estas playas ofrecen también una muy respetable conexión de banda ancha a Internet, por lo que la actividad (a)normal de estas páginas no se verá interrumpida. Eso sí, todos los posts vendrán con olor a mar y arena en las orejas, así que recomendamos ponerse las ojotas y traer sombrilla.

Y ahora, una carrerita en patas hasta la orilla. ¡El último cola de perro!

Juntos y bien revueltos

Cuando se fundó el Circo de los Hermanos Farfalla, hace ya más de cien años, las costumbres de la época no admitían que los miembros de los distintos gremios circenses confraternizaran demasiado entre sí. Recordemos, por ejemplo, el caso de aquella trapecista que fue arrojada al vacío sin red, luego de haber sido sorprendida in fraganti besando a un mago detrás de la boletería en una mañana fresca de otoño.

Pero el tiempo pasó y los viejos prejuicios fueron desapareciendo. Las relaciones interdisciplinarias en el circo son cada vez más comunes, resultando en nuevas generaciones de artistas híbridos que combinan las habilidades de sus padres en las más variopintas formas. Así es que hoy tenemos domadores que se enfrentan a las fieras dando volteretas y luciendo ridículos zapatones amarillos, equilibristas que extraen conejos de sus galeras en plena cuerda floja y, más curiosamente, orangutanes que resultan eximios malabaristas sin necesidad de ningún tipo de entrenamiento.

Curso acelerado

¡Volvió la alegría, vieja! Renace hoy de sus cenizas una de las secciones más olvidadas (y con buena razón) de este tugurio: las gloriosas viñetas en escabeche.

La principal razón por la que estos intentos de webcomic habían dejado de ser protagonistas asiduos de Amor Entintado era la enorme cantidad de tiempo que me insumía (a pesar de, o quizás debido a, mis nulas habilidades artísticas) el proceso de dibujar la tira a mano, pasarla por el scanner, retocarla, agregarle los textos, y demás actividades relacionadas.

Pero quiso el destino que me cruzara con una fabulosa aplicación online llamada Strip Generator (si ese enlace no funciona, porque suele ser medio remolón, acá tienen una alternativa), que permite crear muy fácilmente una historieta con personajes y objetos prediseñados. Resultó tan divertido que decidí que era momento de volver a poner globitos de diálogo en Amor Entintado, y aquí tienen el primer resultado de este experimento.

Eso sí, los chistes seguirán siendo paupérrimos. Algunas cosas nunca cambiarán.

Pasando la posta

Buenos Aires, 3 de Enero de 2006 - En alguna esquina de los suburbios de esta ciudad, en el interior de una sobria oficina de paredes despojadas, tuvo lugar esta tarde una reunión de ribetes históricos que en el futuro será indudablemente considerada como el punto inicial de una historia de gloria y triunfos. Allí, durante una charla que se estiró por varias horas, el ya retirado astro futbolístico Diego Maradona se encontró por primera vez con Mateo El Grande, notable prodigio de las canchas que ya deslumbra a propios y extraños por sus habilidades con el balón a la tierna edad de un año y tres meses.

Pocos detalles pudimos recabar de dicho encuentro, ya que apenas tuvimos oportunidad de recopilar unas breves frases y tomar un par de fotografías con nuestra cámara antes de ser invitados a retirarnos del recinto. Pero la sensación de que allí estaba ocurriendo algo realmente trascendente era imposible de ignorar.

La charla, por momentos, se asemejaba más a un soliloquio del ex-número 10 de nuestra selección, con el ínfimo proyecto de crack absorbiendo los conceptos como si de un alumno aplicado se tratara. "En tu vida vas a tener que sufrir constantemente a tipos como éstos, alimañas que buscan meterse en tus cosas y revolver tus trapos sucios", dijo el astro mientras señalaba al presente cronista y al fotógrafo que me acompañaba. "Pero vos tenés que tratar de abstraerte de todo eso y de preocuparte únicamente por llenar la cancha de belleza y de hacer feliz a la gente. A toda la gente, y muy especialmente a vos mismo". Mateo mantuvo sus ojos fijos en el astro mientras éste completaba su idea con una última frase casi críptica, pero que el pequeñuelo pareció entender a la perfección: "Manchá la pelota, sí, pero sólo con la tinta del amor".

La segunda imagen que pudo rescatarse de esta histórica cumbre muestra el momento en que Maradona, con lujo de detalles, rememora por enésima vez en su vida el segundo gol a Inglaterra en el mundial de México de 1986. El pequeño Mateo, en una reacción visceral que seguramente heredó de su padre, no puede evitar derramar algunas lágrimas de emoción. Hasta el habitualmente impasible representante de la joven futura estrella, un enigmático personaje sólo conocido como "el Gordo Barney", aparece visiblemente conmovido por la escena.

Instantes después, las puertas se cerraban a nuestras espaldas y la reunión se alejaba de miradas indiscretas. A pesar de la brevedad del lapso en que fuimos testigos de esta cumbre, algo resulta absolutamente claro: Maradona ha elegido a Mateo El Grande como su sucesor natural, ungiéndolo durante este encuentro como una suerte de mesías llamado a recuperar la gloria futbolística que nuestro país algún día supo tener. La antorcha, mis amigos, cambió de mano.

Que los eventuales rivales de Argentina en el mundial del 2026 empiecen a preocuparse muy seriamente.

Felisa, ¡me vuelo!

Asomando una mano temblorosa desde la parva de trabajo y ocupaciones varias que me sepulta (el 31 de Diciembre parece ser una especie de barrera psicológica para todos los proyectos, que se desesperan por terminar antes de que haya que cambiar de almanaque), me tomo un minuto en estas épocas tan propensas a balances varios para agradecer (y muy en serio) a todos quienes pasan cada tanto por este rincón y dedican algunos instantes a repasar las insistentes gansadas de su seguro servidor.

A riesgo de ahogarlos en almíbar irremediablemente cursi, sepan que cada una de sus visitas se aprecia mucho, y este brindis imaginario con sidra tibia y barata pero bien dulce va por todos ustedes.

Nos seguimos leyendo, entonces, con calendario flamante. No se van a librar tan fácilmente de mí.

Igualito

La gente dice que tengo los ojos de mi papá, los gestos de mi mamá, el pelo de mi abuela materna y las cejas de mi abuelo paterno.

La gente también dice que tengo la sonrisa de un campesino arrocero en las afueras de Tokio a principios del siglo XIV, el andar de un cardumen de salmones noruegos, la resistencia al frío de una vasija de adobe, el sentido de la orientación de un amortiguador coaxial a resorte y la habilidad deportiva de un suspiro de esa novia abandonada que se asoma todas las mañanas por el balcón del cuarto piso.

Claramente, la gente no tiene la más pálida idea sobre genética.

El regalo ideal

La tendencia generalizada en el mundo occidental es aquella que sostiene que realizar regalos es un gesto de aprecio y buena voluntad. Uno le regala cosas a aquellos que quiere bien (o, por lo menos, a aquellos con quienes uno desea congraciarse). Existe un aura positiva alrededor de cualquier cosa envuelta en papel brillante y decorada con un moño.

He decidido que esto no tiene por qué ser así. Me embarco entonces en la cruzada del mal regalo.

El mal regalo es ideal para darle a la gente que uno odia y cuya vida uno desea hacer, aunque sea, un poquito peor. Y como este blog se precia de ser una inagotable fuente de recursos, les ofrezco en estas fiestas un perfecto ejemplo para repartir entre sus enemigos mortales. Señoras y señores, con ustedes:

Quedan ustedes invitados a hacer click en la imagen y descargar un documento (en formato Adobe Acrobat, cuyo lector pueden ustedes agenciarse aquí) que recopila los relatos, pensamientos y versos más execrables aquí publicados a lo largo del año 2004. No verán allí nada que no pueda encontrarse en el archivo (exceptuando un brevísimo prólogo escrito para la ocasión), pero el hecho de enfrentarse a tanto horror en un solo paquete puede resultar demasiado para la psiquis de cualquier ser humano.

Así que adelante, impriman diez mil copias en la impresora de su trabajo, malgastando preciosos insumos que luego su odioso jefe se verá en figurillas para justificar. Repartan copias a diestra y siniestra, sin remordimiento: al sádico dentista de manos peludas que los tortura con clínico placer, a esa vecina chismorrera y ponzoñosa, al árbitro que no les cobró el penal en la final del torneo de barrio, al dueño del perro que hace de sus veredas un improvisado baño público, al verdulero que disimuladamente les vendió duraznos machucados, al colectivero que les cerró la puerta en la cara luego de correr media cuadra bajo la lluvia. Estoy seguro de que no faltarán posibles candidatos para esta terrible venganza.

Y, si se animan, léanlo también ustedes, pero no me hago cargo del daño irreversible que semejante acto de arrojo pueda llegar a causar. Después no digan que no les avisé.

Actualización: Para quienes busquen una alternativa más ligera y rápida al tosco bodoque del Acrobat Reader, don Fafo (uno de los popes del glorioso Esperma Digital) recomienda con entusiasmo a Foxit, un programa más pequeño y eficiente que cumple con el mismo cometido.

Season's greetings

Este año, a la hora de armar el árbol navideño, por fin pudimos agenciarnos la ayuda de un verdadero duende profesional.

Canción del momento XIII

Cuando uno se cruza con una canción interpretada por un artista o grupo que jamás escuchó antes, suele haber un pequeño detalle crucial que hace que la balanza del gusto personal se incline hacia el lado positivo (o no). Para algunos se tratará de un riff de guitarra, para otros será algún ritmo en particular, para otros la instrumentación o la voz. En mi caso personal, casi siempre el interés se me despierta por el lado de las letras. Una frase retorcida, una rima sorpresiva, y ya me tienen en el bolsillo.

Justamente eso fue lo que me ocurrió hace un tiempo con The mountain goats, el alter ego grupal de un tal John Darnielle. No busquen encontrar en este falso grupo (que ya lleva más de quince años de notablemente prolífica carrera) ningún tipo de virtuosismo musical ni mucho menos. De hecho, prácticamente todas sus canciones son fácilmente interpretables por cualquiera que conozca los acordes más básicos en una guitarra. Ojo, que no hay mal gusto y las breves intervenciones de otros instrumentos (un violín por acá, un piano por allá) subrayan de manera notable las melodías ultra-simples de este muchacho, pero lo cierto es que la música resulta poco más que un soporte agradable para las letras.

Ah, pero qué letras, señoras y señores. Son como pastillas de cianuro con forma de caramelo verde que uno traga con una sonrisa de oreja a oreja. Emocionan a punto de lágrima sin jamás caer en lo trillado. Se regodean en un absurdo que, en esos pequeños universos de tres minutos, resulta perfectamente lógico. Se disfrutan sin culpa, de a manojos, a lo bestia.

Sean tan amables de permitirme traerles tres muestras de esto que trato de expresarles (seleccionadas a duras penas entre cientos de joyas de un catálogo notablemente parejo).

En Song for Dennis Brown (del disco The sunset tree), Darnielle traza un extraño paralelo entre el fallecimiento por pneumotórax agravado de una estrella musical jamaiquina (nótese el guiño musical a la Redemption song de Marley) y su propia muerte futura, intercalando postales inconexas que parecen sacadas de la página de policiales de un diario y no hacen otra cosa que dejar bien claro que, a la larga, el mundo sigue su marcha. Acá va un intento de traducción de la primera estrofa:

El día en que el pulmón de Dennis Brown colapsó,
suave lluvia de primavera caía sobre Kingston.
Y allá por el puerto, policías locales interceptaban un cargamento entrante.
Y por un rato hubo caos mientras esposaban y golpeaban a unos marineros.
El día en que mi pulmón colapse, no va a ser muy diferente.

Una reinterpretación contemporánea y particularmente vengativa (contra todos y contra nadie) del mito de Rómulo y Remo, sin desdeñar la esperanza, es el tema subyacente en Up the wolves, del mismo disco que la canción anterior. Uno puede imaginar a Darnielle cantando estos versos finales con los dientes apretados, las venas del cuello hinchadas y los ojos fijos en la pared:

Voy a ponerme en forma para pelear, investigar cada ángulo de ventaja injusta.
Voy a sobornar a los oficiales, voy a matar a los jueces.
A ustedes les tomará años recuperarse de todo el daño.
Nuestra madre ha estado ausente desde que fundamos Roma,
pero va a haber una fiesta cuando el lobo vuelva a casa.

Si me permiten el exceso, quiero terminar con la transcripción completa de una canción que descubrí (¡cuándo no!) en casa de Monsieur Joey Comeau, y que determinó que The Mountain Goats pasaran a ocupar uno de los rincones más iluminados en mi desprolijo estante de favoritos. Se trata de un elogio desvergonzadamente entusiasta del desastre en todas sus formas y la belleza (no tan) oculta en lo peor de nosotros y de los otros. Con ustedes, desde el disco Tallahassee, No children:

Ojalá que los pocos amigos que nos quedan se den por vencidos al tratar de salvarnos.
Ojalá que podamos urdir un plan infalible para enojar a los pocos tontos que nos perdonaron.
Ojalá que los alambrados que arreglamos se derrumben bajo su propio peso.
Y ojalá que nos pasemos de la última salida, ojalá que ya sea demasiado tarde.
Y ojalá que el basural a unas cuadras de acá algún día se incendie,
y ojalá que el humo negro me lleve lejos y jamás vuelva a este pueblo en mi vida.
Ojalá que mienta y le diga a todos que fuiste una buena esposa.
Y ojalá que mueras. Ojalá que los dos muramos.
Ojalá que me corte al afeitarme mañana. Ojalá que sangre todo el día.
Nuestros amigos dicen que está más oscuro justo antes de que salga el sol;
estamos bastante seguros de que se equivocan.
Ojalá que esté oscuro por siempre. Ojalá que lo peor todavía no haya pasado.
Y ojalá que parpadees antes que yo. Ojalá que nunca me ponga sobrio.
Y ojalá que cuando pienses en mí, en unos años, no puedas encontrar ni una cosa buena para decir.
Y ojalá que si algún día encuentro las fuerzas para irme vos te mantengas bien lejos de mí.
Me estoy ahogando y no hay señales de tierra firme.
Vos te hundís conmigo, mano en mano sin amor.
Y ojalá que mueras. Ojalá que los dos muramos.

¿Acaso queda algo por decir? No creo.

Mejores dos segundos®: De Song for Dennis Brown, el riff ya mencionado, claro. Por el lado de Up the wolves, la forma en que advierte "I'm gonna kill all the judges!" es tremenda. Y, como a No children no la puedo elegir entera porque dura bastante más de dos segundos, me quedo con ese instante en que una segunda voz entra para la frase "in my life" en el primer estribillo. Sencillamente fantástico.

Listas

Luisa es experta en listas. Ella lo sabe y secretamente se enorgullece, aunque jamás lo mencionaría en una charla con un hombre al que recién conoce en una fiesta. De todas maneras, Luisa no va a fiestas ni habla con hombres desconocidos. Jamás escribió las palabras "comprar un vestido para esta noche" en una de sus listas, y probablemente nunca lo haga.

Para confeccionarlas, compra siempre libretas espiraladas de páginas gruesas con renglones azules casi imperceptibles. Al principio no se preocupaba demasiado por la estética, usando papelitos sueltos y cualquier birome que encontrara por ahí, pero con el tiempo se transformó en una verdadera artesana. Se sienta cada mañana, blandiendo un rotulador de tinta perfectamente negra en una mano y una taza de té en la otra, y enumera las actividades planeadas para la fecha en esa letra cursiva algo inclinada que siempre causó admiración entre sus tías viejas. Si se llega a equivocar, no borra ni corrige ni tacha: arranca la hoja sin inmutarse y empieza de nuevo. Sus listas merecen ser perfectas.

Durante el resto del día, la libreta pasa a reposar sobre la mesita del teléfono, junto a un lápiz rojo de trazo grueso. Apenas concluye alguna de las tareas listadas, Luisa va (a veces trotando por la impaciencia, siempre sonriendo satisfecha) y cruza el ítem correspondiente con una línea sin temblores.

Paulatinamente, Luisa se fue dando cuenta de que disfruta más tachar un renglón de la lista que el acto de realizar la actividad en sí, y por eso sus listas van poniéndose más exhaustivamente detalladas. Por ejemplo, ya no se ocupa más de "lavar la ropa"; ahora se trata de "separar por colores", "cargar la máquina", "agregar suavizante", y así. Cuanto más larga es la lista, esa pequeña sensación triunfal de trazar una nueva línea roja se repite con mayor frecuencia.

Algunas noches, Luisa sueña que sobre la mesita del teléfono se encuentra con una lista mágica e interminable, en la que cada ítem reza simplemente "tachar este renglón". Cuando eso pasa, Luisa suspira dormida y mueve las manos como si tuviera en sus manos el lápiz más rojo que jamás haya existido. A veces, incluso, se ríe a carcajadas, sin abrir los ojos ni dejar de soñar, rebosante de una alegría que nunca vive mientras está despierta.

Margaritas

Margaritas.jpg

Los responsables de marketing del almacén "La Nueva Florida", sito en la localidad de Burzaco (provincia de Buenos Aires), acaban de rechazar esta fotografía que les propuse para ilustrar su almanaque del año 2006, a ser repartido como presente navideño entre su clientela más fiel. La excusa que esgrimieron es que aparece una mosca posada sobre un pétalo de la margarita central, tal como se puede apreciar con más claridad en este detalle:

MoscaMargaritas.jpg

En vano traté de explicarles que, en realidad, la estrella de la imagen es la mosca, y que las flores sirven simplemente como un contraste ambiental que provoca que la fealdad revulsiva inherente al insecto sea aún más evidente para el ojo humano, representando la lucha entre la belleza y lo inmundo que se libra de modo constante en el mundo contemporáneo. No hubo caso. Al final terminaron eligiendo una fotografía de dos gatitos jugando en una canasta repleta de coloridos ovillos de lana, muy simpática pero desprovista de cualquier tipo de contenido filosófico.

Moraleja: el arte conceptual y los pequeños negocios barriales no suelen ser muy compatibles.

El año que viene

El año que viene saldremos a excavar pequeños agujeros en el jardín con nuestras uñas desnudas, y los llenaremos de soldaditos de juguete, migas de mazapán, mariposas muertas y las pestañas que se nos pegan en los dedos cada mañana. Durante las tardecitas de lluvia nos sentaremos junto a la ventana, empañándola con aliento a leche chocolatada, y haremos fuerza para que algo, no importa demasiado qué, empiece a crecer en nuestra huerta.

El año que viene llevaremos un minucioso catálogo de todas nuestras carcajadas en un cuaderno prolijamente forrado con papel araña amarillo, escribiendo cada nueva entrada con el ceño fruncido, la lengua afuera y la misma caligrafía temblorosa que teníamos a los seis años.

El año que viene armaremos una compleja máquina, llena de poleas y palancas y engranajes, que sirva tanto para pasar el plumero por la parte superior de los ventiladores de techo como para fotografiar secretamente a los duendes que (sospechamos) vienen todas las madrugadas a jugar a la rayuela en el piso de la cocina. La pintaremos de verde manzana, porque ése es el color indicado para cualquier máquina llena de poleas y palancas y engranajes que se precie como tal.

El año que viene caeremos en la cuenta, durante la segunda mitad de un viaje en tren, de lo ridículos que resultan todos estos planes que hoy trazamos. Pero dos minutos después nos olvidaremos de aquello que nos dimos cuenta, de la primera mitad del viaje en tren y (también) de todos estos planes que hoy trazamos.

El año que viene tendremos demasiadas cosas para hacer, así que en este sencillo acto decretamos que el año que viene empezó anteayer y se terminará cuando se nos dé la regalada gana.

Bombay TV

Uno de mis sueños de juventud (hasta hoy incumplido) es el de participar de alguna manera en la realización de una película, particularmente en calidad de guionista. Tengo la suerte de conocer a varias personas que se dedican a este tipo de actividad, y lo cierto es que los admiro y envidio abiertamente.

Afortunadamente, hoy conocí un sitio que me permite, aunque sea por un rato, jugar a ser un realizador cinematográfico con todas las letras. En Bombay TV nos dan la posibilidad, mediante un proceso muy simple, de subtitular pequeños fragmentos de películas provenientes de India (que ya de por sí son absolutamente fabulosos).

Aquí les presento un humilde trío de mis más recientes experimentos, enmarcados todos en uno de los géneros que más me agrada dentro del séptimo arte: la comedia romántica. Que los disfruten.

La solución de Azucena

Violencia animal injustificada

Toto sale de levante

Para ver más y mejores ejemplos de este tipo de creación, pueden pasar por este post en Sin Trigo (en donde pueden disfrutar de los aportes de Xcos y Pastor) o por este otro en Mató Tu Onda (con los delirios del dueño de casa y Reflai como invitada especial).

Si algún ilustre visitante se ve asaltado por la inspiración, me encantaría ver los resultados. No tienen más que avisar en los comentarios.

Ah, y de paso, vuelvo a agradecerles a Tintachina y El hombre que comía diccionarios por el reproductor de videoclips.

Contactos del más allá

Sí, claro que puedo hablar con los fantasmas.

Pero ocurre que los espectros que se ponen en contacto conmigo jamás lo hacen para que pueda revelarle a las autoridades policiales la ubicación exacta de sus cadáveres ocultos, ni me transmiten mensajes de romance eterno para los amores que los sobrevivieron, ni solicitan mi ayuda para poder resolver el problema terrenal que les está impidiendo encaminarse de una vez por todas hacia la luz.

Mis aparecidos son poco más que espíritus aburridos con ganas de charlar. Me cuentan con lujo de detalles acerca de aquellas vacaciones de verano en Mar de las Pampas, veinte años atrás. Tartamudean anécdotas interminables acerca de reñidos partidos de damas chinas o proezas dudosas en una cancha de bochas. Me tienen despierto toda la noche para que les cuente las últimas novedades de sus telenovelas favoritas.

Parece que en vez de un medium a mí me tocó ser un extra small.

Destino

Si acaso resulta cierto aquello de que el destino de todos nosotros ya está escrito, uno tiende a pensar que el estilo de redacción de estas páginas premonitorias probablemente resulte impersonal y neutro, horriblemente similar a un reporte policial. Algo tan insulso, supongamos, como esto:

Existencia de Don Adalberto Quiñones - Tomo XXXIV - Folio 357 - 14 de Octubre de 2007:
[...] El sujeto en cuestión parte de su casa a las 7.25 con destino a su trabajo, tal lo acostumbrado en las mañanas de los días laborables. Sin embargo, en esta ocasión olvida llevar consigo su paraguas negro, que queda apoyado junto al marco de madera de la puerta de entrada. La mañana se presenta despejada y agradable (con una temperatura ambiental cercana a los 22 grados centígrados), por lo que el citado sujeto no se percata de su involuntaria omisión a lo largo del trayecto que lo acerca a sus actividades laborales, ni tampoco destina consideración alguna al tema durante el resto de la jornada.
[...] A las 18.27, momento exacto en el que el sujeto comienza a transitar las seis cuadras que lo separan de la estación de trenes subterrános a la que debe acudir como parte del periplo de regreso a su hogar, se desata una importante tormenta que pasará a acumular, a lo largo de poco más de media hora, casi 7 milímetros de agua precipitada. El citado sujeto, cuyas ropas pasan a empaparse del líquido elemento de manera inexorable, musita para sí mismo mientras trota hacia su destino "¡Justo hoy me vengo a olvidar el paraguas! No hay caso, es el desti...". La reflexión del citado sujeto queda súbitamente trunca debido un repentino e infortunado resbalón, que provoca que golpee la parte posterior de su cabeza contra la base de un poste de luz allí emplazado y sufra un ligero hundimiento del hueso occipital acompañado de pérdida de conocimiento. [...]

Un espanto, vea.

Si pudiera elegir, me encantaría que el encargado de mi destino personal fuera un escriba celestial pero porteño, típicamente cínico y medio canyengue a la hora de andar dictando futuros. Algo así, por ejemplo, no estaría nada mal:

Existencia de Don Amor Entintado - Tomo XXIX - Folio 294 - 3 de Noviembre de 2005:
[...] El chabón, sin darle demasiada pelota a la montaña de laburo que se le acumula por los cuatro costados, se sienta frente a la maquinola y se pone a teclear, dale que dale, como si sirviera para algo. Se hace el misterioso con eso de hacerse llamar "Amor Entintado" (lejos, pero lejos, el seudónimo más nabo del universo) y escribe de nuevo algo en ese esperpento cibernético que insiste en llamar "weblog", como si usar una palabrita de moda en inglés pudiera disimular el hecho de que no es más que una versión (no demasiado mejorada) del típico diario íntimo de una nena de doce años.
Y encima hoy, de puro banana nomás, no tiene mejor idea que redactar una sarta de huevadas acerca de los destinos que ya están escritos y no se qué otra estupidez más, de paso burlándose (veladamente, pero yo no soy ningún gil, eh) de mi "poco refinado" estilo. Ay ay ay, el salamín este ni se imagina la sarta de pequeñas torturas que le tengo reservadas de ahora en más, así deja de creerse tan piola.
Para ir arrancando, ya mismo el inodoro de la oficina pasa a tapársele irremediablemente, sin sopapa a la vista. Ah, y que ni se le ocurra pensar en prender el aire acondicionado, porque no va a funcionar ni a palos. ¿Y a que no se imaginan quién se va a manchar la camisa con mostaza a la hora del almuerzo? [...]

Canción del momento XII

Pocas cosas me causan mayor placer que encontrar nueva música. La sonrisa que se me dibuja en la cara mientras bamboleo la cabeza al son de unos acordes frescos es impagable. Por eso es siempre recomendable, al menos para mí, pegarme una vuelta por la casa de Don Burdon El Melómano o pasar por lo de Eduardo y revisar los listados diarios de discos que suenan entre sus paredes. Siempre hay joyas sonoras sueltas por ahí listas para ser descubiertas.

Mi hermano Tomatito Henry Entintado Junior, alias "El Tío Musical", es el responsable directo del descubrimiento de las melodías que hoy traemos a esta sección. Hace un tiempito me mandó un e-mail que decía, simplemente, "nuevo descubrimiento: I Am Kloot". Como confío ciegamente en su gusto, conseguí el álbum debut (llamado Natural History) de este trío oriundo de Manchester, el cual no dejó de sonar constantemente en la rotación Entintada desde ese entonces.

Como no podía decantarme por solamente una canción de este discazo, decidí ofrecerles dos muestras del talento de esta gente: Storm warning (la recomendación original de Don Tomatito) y Morning rain. Notarán ustedes una cierta tendencia tormentosa en las letras de ambos temas, que se me antoja bastante adecuada para los tiempos que corren, tan plagados de tifones y huracanes. Líneas que describen borracheras estoicas y traiciones ocultas, todas bien empapadas en la fría llovizna del norte de Inglaterra.

Un par de recortes chapuceramente traducidos por quien esto escribe, como para intentar transmitir la atmósfera gris que tiñe a ambas canciones:

Is there a storm coming or are we just another shower?
Is there a storm warning? Has someone just cut the power?
---
¿Viene una tormenta o somos sólo otro chaparrón?
¿Hay aviso de tormenta? ¿Acaba alguien de cortar la luz?

I’m the morning rain, it’s me again, I won’t go away.
I’m the morning rain, don’t you know my name? Don't you know my name?
---
Soy la lluvia mañanera, soy yo de vuelta, no me voy a ir.
Soy la lluvia mañanera, ¿no sabés mi nombre? ¿No sabés mi nombre?

A disfrutar, y ojo que se viene el agua. Cierren bien las ventanas.

Mejores dos segundos®: En Storm warning, el pequeño riff acústico inicial (sostén de todo el tema) es glorioso en su simpleza. Por el lado de Morning rain, me mata el redoble que hace "tactac" en vez de "tac" en ciertos compases. Sutileza pura.

Zoorprendente

Algunos de los ejemplares más notables que se pueden encontrar durante un paseo dominical por el Zoológico de Buenos Aires:

Nutria venenosa (Ratum peludæ mortalis): Esta peligrosa variante de la nutria común posee un pelaje que, al ser utilizado como material para prendas de vestir, provoca al menor contacto con la epidermis humana una reacción alérgica que incluye una persistente picazón, lagrimeo de los ojos, estornudos en serie y un fulminante infarto de miocardio. La nutria venenosa no posee ninguna característica externa que la distinga de sus inofensivas hermanas genéticas, por lo que varios expertos naturalistas (como por ejemplo el biólogo uruguayo Eliseo Washington Darwin, sobrino nieto de Charles) han coincidido en catalogar esta mutación como "simples ganas de joder". Citamos como patente muestra de sus funestos efectos a la infame masacre de Vladivostok de 1983, en la que los setenta y seis miembros de un afamado ballet cosaco fallecieron en escena por causa de una partida de sombreros confeccionada con la piel de estos temibles roedores.

Dromedario alcohólico (Dromedarium choborrex): Así como todo el resto de los camélidos, este cuadrúpedo utiliza su joroba (o jiba) para acumular nutrientes que le permiten sobrevivir largos períodos de tiempo en condiciones desérticas desprovistas de fuentes de alimentación o líquidos fácilmente accesibles. Sin embargo, esta sub-especie no almacena allí fluidos ricos en lípidos, como podría esperarse, sino un destilado de alcohol de alta graduación (más precisamente, whisky Chivas Regal 18 años). Esto causa que los beduinos africanos los descarten como animal de transporte, ya que suelen presentar un paso zigzagueante y pleno de vacilación, además de una molesta tendencia a prorrumpir en versiones a capella de los éxitos de Pimpinela e intentar seducir torpemente a cuanto ser vivo se cruce en su camino.

Falso rinoceronte (Rhinoceros falopæ): Otro caso en el que un animal presenta todas las características de una especie en particular pero cuenta con algún pequeño elemento que lo aparta en su clasificación global. El falso rinoceronte es prácticamente indistinguible del verdadero, tanto por su rotundo aspecto visual como a través de tomografías computadas y exámenes de ADN. No obstante, muy en el fondo de su alma, el falso rinoceronte se considera a sí mismo una grácil gacela atrapada en el cuerpo de un gigantesco paquidermo, y por lo tanto sufre de una angustiante depresión crónica.

ZooOso.jpg

Oso pardo borroso(Plantigradis borrosus): Este mamífero plantígrado es sumamente amigable e inofensivo, a punto tal que es utilizado en varias regiones de Asia Menor como mascota casera. Sin embargo, y a pesar de su dócil comportamiento, el oso pardo borroso presenta una seria dificultad para ser catalogado en publicaciones especializadas, ya que todo intento de fotografiarlo resulta en una imagen que indefectiblemente se encontrará fuera de foco. A lo largo de los años, varios fotógrafos de afamadas publicaciones como Nature y National Geographic se han visto obligados a retirarse (y en casos extremos, optar por el exilio a una institución psiquiátrica budista situada en una escarpada zona de los montes Urales) debido a la insoportable vergüenza profesional de no haber sido capaces de capturar una imagen aceptable de esta simpática bestia.

Encuentro de dos potencias

— Condesa Manola Von Dachshund, nos encontramos nuevamente.

— Así es, Mateo El Grande, así es. Y me temo que es claro que este pasillo no es suficientemente grande para ambos.

— Está usted en lo cierto, mi respetable adversaria. Propongo entonces un certamen para dirimir nuestras diferencias de una vez por todas: quien logre engullir la mayor cantidad de migas rancias, bollitos de pelusa e insectos agonizantes a ser encontrados en el suelo que nos rodea, será proclamado Emperador Absoluto de Toda Superficie Embaldosada.

— Acepto gustosa el desafío. Por favor, aguarde un momento mientras me rasco vigorosamente la oreja y correteo mi propia cola en círculos, a manera de calentamiento precompetitivo.

— Con todo placer. Si no le molesta, aprovecharé mientras tanto para desgraciarme con notable estruendo y luego culparla implícitamente a usted mediante mi expresión facial más dulce e inocente.

Touchée, astuto pilluelo. Touchée.

El viaje

Empezaste a mirarme de manera extraña cuando comencé con los preparativos. Traté de explicarte mis motivos, pero esa mueca burlona que ni siquiera intentabas ocultar me hizo entender que mis palabras eran inútiles. Cuando te reías ahogadamente durante las conversaciones telefónicas con tu madre, sospecho que se burlaban de las decenas de cuadernos que llené con anotaciones en un lenguaje nuevo y hermoso que jamás entenderás. No creas que fui ajeno a los cuchicheos socarrones entre vos y tus amigas desde que me rapé la cabeza y dejé de comer alimentos que empezaran con la letra a o j, tal como especificaban las instrucciones que recibía todas las noches en el sótano a través de la radio de onda corta. Sé que fuiste vos la que llamó de urgencia al equipo de psiquiatras luego de descubrir los frascos en los que guardaba mis pestañas, prolijamente conservadas en almíbar.

Y hoy las nubes están teñidas de verde, los mares lentamente empiezan a hervir y el ensordecedor zumbido de esta multitud de gigantescas naves plateadas en el cielo te paraliza de horror. Al fin te das cuenta de que siempre tuve razón, pero ya es muy tarde.

Tal como prometieron, mis nuevos amigos me están esperando para llevarme con ellos. Y elegí como mi único compañero en este viaje de salvación a Filomeno, nuestro canario, que siempre creyó en mí.

Te aseguro que no me arrepiento en lo más mínimo.