Canción del momento IX

Hablé en algún momento de discos que brillan desde un primer instante y nunca se apagan. Otras veces, como me ocurrió con Sailing to Philadelphia de Mark Knopfler, un disco puede permanecer humildemente oculto fuera del radar por un largo tiempo hasta que un día se digna a cruzársenos por delante y darnos un buen golpe en la frente. Lo compré y no lo toqué más. Casi cinco años después, no puedo dejar de escucharlo. Y esta canción, Baloney Again, es una de las principales razones.

You don't strut around in these country towns
You best stay in the car
Look on ahead don't stare around
You best stay where you are
You're a long way from home, boy
Don't push your luck too far
Baloney again
---
No te pavonees en estos pueblos de campo
Mejor quedate en el coche
Mirá hacia delante, no mires a los lados
Mejor te quedás donde estás
Estás lejos de casa, chico
No fuerces tu suerte demasiado
ortadela de nuevo

Baloney quiere decir mortadela, sí, pero también se usa como una expresión despectiva cuando alguien habla pavadas (o chorradas, como dirían en la península ibérica).

We're a long way from home
Just let's pay the man and go
Baloney again
---
Estamos muy lejos de casa
Paguémosle al hombre y vámonos
Mortadela otra vez

Nunca fui un pastor negro predicando en el sur de Estados Unidos a principios del siglo pasado (o por lo menos eso creo), pero esta canción hace que me lo imagine perfectamente, completo con humedad pegajosa, grillos y miedo. Será por eso que me gusta tanto.

Go under the willow
Park her up beside the stream
Shoulders for pillows
Lay down your head and dream
---
Pasá por debajo del sauce
Estacioná junto al arroyo
Hombros por almohadas
Reposá tu cabeza y soñá

Mejores dos segundos®: El pequeño break después del segundo "lay down your head and dream", hasta que vuelve a entrar la batería. Sublime.

Monocromático

El paraguas de esa señora en la plaza, las uñas de la insoportable recepcionista, el camión que pasa justo ahora frente a mi ventana. Las alfombras de todos estos interminables pasillos, tu vestido en la fotografía sobre el escritorio. Mis propios ojos, odiándome desde el espejo del baño.

Es mucho rojo, demasiado. No puedo evitar salir ya mismo de cacería, aunque el sol (tentador también, vestido de furioso carmesí) todavía no se haya escondido. Me calzo los guantes.

Hoy, por primera vez, ellas alcanzarán a ver mi sonrisa de culposo placer, justo antes del mordisco, escandaloso y fatal.

(Pavada inspirada por un comentario propio en esta entrada de Esperma Digital, glorioso orgullo bahiense).

La telenovela

Al principio, la telenovela se centra sobre el amor imposible de Ana Laura y César, jóvenes miembros de familias rivales de un pueblo en la sierra colombiana. Hay algunos personajes secundarios (padres, hermanos, una sirvienta pizpireta y el misterioso cura párroco), pero la trama no es demasiado enrevesada y se puede seguir cómodamente mientras se plancha una camisa.

Pasados un par de meses, sin embargo, el argumento se torna cada vez más complejo. Ana Laura es obligada por su padre a casarse con un rico terrateniente chileno y se muda al desierto de Atacama. Por su lado, César se alista en la Legión Extranjera y parte de la trama sigue sus peripecias al combatir traficantes de órganos en la jungla de Borneo. Aparecen unos primos lejanos de la criada (quien, sin saberlo, es heredera directa de un ducado en Europa oriental) y se emiten bloques enteros hablados en ucraniano. Hay repulsivos villanos que gradualmente se transforman en dulces amantes, cuñados que en realidad son hijastros (y viceversa), gente que nace, gente que muere, gente que resucita. Se publican voluminosas guías repletas de árboles genealógicos, croquis desplegables y listados alfabéticos de actores, con gran éxito editorial. Varios canales comienzan a dedicar las veinticuatro horas de programación a diferentes líneas argumentales que se entrecruzan constantemente.

Para cuando se cumple el primer aniversario de la telenovela, el reparto ya sobrepasa holgadamente los seis mil millones de nombres. Casi no se habla de otra cosa, y si alguien lo hace es porque está escrito en un libreto: todos y cada uno de los habitantes del mundo cumplen (a sabiendas o no) un papel minuciosamente guionado. Los propios camarógrafos, sonidistas, escritores y productores son a su vez protagonistas de la historia dentro de la historia.

El personaje menos interesante de la multitudinaria superproducción es, por lejos, el de ese muchacho que intenta resumir torpemente la historia en cuatro escuálidos párrafos.

Futuro imperfecto

Es mi penoso deber informar a los inestimables lectores que dentro de exactamente cuarenta años el autor de estas líneas lucirá así (cana más o arruga menos):

Ante semejante revelación, quedará en ustedes la difícil decisión de seguir frecuentando este rincón, que para aquel entonces (y a juzgar por el cansino ritmo de publicación habitual) estará festejando su post intrascendente número cuatro mil.

El que avisa no es traidor.

(Por cierto, si desean asomarse al espantoso futuro de sus hoy resplandecientes rostros, pasen por esta página y prepárense para deprimirse)

Alivio real

Allá va Néstor. Acérquense a la ventana, mírenlo.

Allá va Néstor, corriendo desnudo en plena calle, apurado por llegar a un examen para el que no estudió, perseguido incansablemente por un asesino de rostro desfigurado y amenazante machete.

Allá va Néstor, con una sonrisa plácida en los labios, aliviado porque ya nunca más sufrirá ese temor constante, ese pavor de que sus pesadillas se transformen, algún día, en realidad.

Canción del momento VIII

Nunca pude obligarme a creer en el destino, aún cuando a veces conviene que lo haga. Mi predominante costado racional me asegura que aunque el futuro esté escrito en algún lado, el simple hecho de que nadie pueda conocer de antemano estos designios hace que deban considerarse, para todos los fines prácticos, inexistentes. Pero hay ciertas cosas que a veces me hacen dudar.

She tied you to her kitchen chair
She broke your throne and she cut your hair
And from your lips she drew the hallelujah
...
Ella te ató a su silla de cocina
Rompió tu trono y cortó tu cabello
Y de tus labios arrancó un aleluya

Hallelujah fue (brillantemente) escrita y grabada por Leonard Cohen a mediados de la década del 80 como parte del álbum Various Positions. Casi diez años más tarde, Jeff Buckley se valía sólo de su guitarra para acompañarse en esta versión, que aparece como el sexto tema del fantástico disco Grace.

I've seen your flag on the marble arch
But love is not a victory march
It's a cold and it's a broken hallelujah
...
He visto tu bandera en el arco de mármol
Pero el amor no es una marcha de victoria
Es un frío y es un roto aleluya

Estoy convencido de que Leonard Cohen escribió la canción con el único propósito (involuntario) de que algún día Jeff Buckley la interprete. Es más, puedo asegurar que uno de los mayores justificativos para la brevísima vida de Jeff Buckley es el haber cantado Hallelujah. ¿Alguien se atreve a refutar esta teoría?

Well, maybe there's a god above
But all i've ever learned from love
Was how to shoot somebody who outdrew you
...
Bueno, quizás haya un Dios arriba
Pero lo único que he aprendido del amor
Fue cómo dispararle a alguien que desenfundó más rápido

Si el sonido de un alma al partirse pudiera hacerse canción, se parecería mucho, muchísimo a ésta.

El castillo

Vistos desde arriba, los muros exteriores del castillo forman un cuadrado casi perfecto. Un jinete a todo galope tardaría más de treinta minutos en recorrer de punta a punta tan sólo uno de sus lados, por lo que dar una simple mano de pintura estas paredes resulta una tarea ciclópea. En aras de una mayor efectividad, los pintores se dividen en dos grupos que comienzan a trabajar en esquinas opuestas del perímetro y avanzan en el sentido de las agujas del reloj.

Quinientos días con sus noches tarda cada cuadrilla en dar media vuelta a la fortificación y completar su parte del trabajo. Allí, el grupo que comenzó en la esquina suroeste descubre que sus contrapartes noresteños utilizaron un tono carmín furioso, mientras que ellos jamás se apartaron del azul violáceo. Al otro lado de la gigantesca construcción se da una situación similar, pero lógicamente inversa.

No importa demasiado. El castillo jamás estuvo habitado y continuará desierto por siempre. Nunca nadie logra atravesar el ancho foso que lo rodea, desbordante de agua hirviente, dragones lacustres y sanguijuelas del tamaño de un pequeño cerdo. Uno a uno, los pintores de ambos equipos se encogen resignadamente de hombros y reanudan sus tareas, siempre avanzando hacia la izquierda, cubriendo la pintura roja con generosas dosis de azul o viceversa, según corresponda.

Curiosidades y secretos de los ricos y famosos

  • Fiel a su nombre, Bill Gates colecciona billetes y portones. Además, cada una de sus numerosas propiedades cuenta con todos sus portones en forma de billete y actualmente se encuentra en tratativas para comprar un país en donde los billetes tendrán forma de portón.
  • Joaquín Galán, mitad barbada del afamado dúo Pimpinela, mojó la cama hasta los nueve años. No con orina, curiosamente, sino con una solución al 6% de extracto de vainilla en agua de alcanfor.
  • La sensual presidenta de la Liga de Amas de Casa de la Argentina, Lita de Lázzari, publica poemas eróticos en la revista quincenal portuguesa "Com as pernas bem abertas" bajo el poco original seudónimo de Ámbar LaFox.
  • Muy sospechosamente, jamás se vio a Roger Federer y Ricardo Arjona juntos en el mismo momento y lugar.
  • Pocos saben que, además de crear la bandera argentina, el celebérrimo patriota Manuel Belgrano tuvo la idea original de la milanesa napolitana, pero la abandonó rápidamente por ser "geográficamente contradictoria".

Mis demonios

Mis demonios, como los de todos, suelen acechar por la noche. Pero éstos son particularmente vagos y bastante torpes, y no parecen recordar mucho de las lecciones básicas cursadas en las aulas del Averno.

Escucho perfectamente los aleteos cada vez más cercanos y el chirriar de inmundas garras que rasgan las tejas del techo en sus imperfectos aterrizajes. Ya dentro de la casa, tosen dentro de los armarios y se tropiezan con los zapatos que dejo tirados en los pasillos. En ocasiones intentan esconderse debajo de la cama para sorprenderme cuando me levante a cerrar esa ventana que se golpea por la tormenta, pero no pueden contener la risa y se delatan a sí mismos con bufidos ahogados. Se confunden constantemente de puerta y quedan encerrados durante horas en el baño, hasta que la luz de la mañana los disuelve en un montoncito de ceniza amarilla y maloliente.

Todos tenemos los demonios que nos merecemos, creo yo.

NaNaNaNaNa

Pasamos hoy a disfrutar de la última entrada del recital exclusivo de Capo II, la banda estable de este bolichón infame (si todavía ven la canción anterior, basta con que presionen Control+F5 para refrescarle la fachada a la página).

Para cerrar su impecable actuación, estos simpáticos muchachones nos deleitan con un brioso tema de tarareado estribillo, tan pegadizo que dudo que nadie resista luego el deseo de canturrearlo al enjabonarse la espalda en la ducha.

Y recuerden, mis muy ilustres parroquianos: si quieren volver a masajearse los tímpanos con las cinco canciones anteriores, corran desesperadamente hasta el post de presentación original.

Ambiente enrarecido

Entrando a la habitación, lo primero que se ve es una mesa cuadrada de madera oscura rodeada de cuatro sillas, cada una de ellas prolijamente colocada a cada lado. Atrás y hacia la izquierda, un árbitro de fútbol se deja engañar por un delantero pícaro y cobra un penal inexistente. Los dulces arpegios del xilofonista que se acuclilla algo incómodamente junto a la pared casi no se llegan a escuchar por el estruendo del caza bombardero de bandera congoleña que carretea a lo largo del pasillo. Del techo cuelgan dos chorizos de cantimpalo y cuarenta y seis paragolpes de Ford Falcon, recién cromados. Huele a suavizante de ropa y ejemplares viejos de la revista Condorito. Por detrás de todo, en la pared del fondo, un ventanal muy amplio deja entrar la típica luz de las mañanas del Mediterráneo, aunque estamos en pleno centro de Moscú y es de noche. Es siempre de noche.