Plurales

Mil ajadas promesas en bolsillos
de vestidos que nunca fueron nuestros.
Si bien ellas susurran "¡se los presto!",
sabemos que sus guantes amarillos
cobijan a señores más apuestos.

Las brújulas señalan varios polos,
destinos seductores y fatales
como esas señoritas muy cordiales.
Quizás para mentirnos no tan solos
lloramos hoy en rimas bien plurales.

Baby steps

De joven, solía creer que la vida avanzaba de a pedazos enormes, marcados por solemnes mojones en piedra y bronce fácilmente distinguibles a la hora de mirar atrás y redactar un aviso fúnebre.

Hoy, que ya estoy bastante más viejo, me termino de enterar que las cosas marchan a un ritmo mucho más sutil y chiquito, pero para nada menos importante. Con los años, los saltos de gigante se transformaron en pasos de bebé.

Mateo y su primera caminata en solitario

(Especial agradecimiento a Tintachina y El hombre que comía diccionarios por el reproductor de videoclips.)

Entrevistado

Mi amigo Singing Banzo, seguramente confundido por una desaconsejable mezcla de psicotrópicos y bombones de licor, me envió una entrevista por correo electrónico. La contesté maquillando alegremente mis numerosos defectos, cuando no fabulando con absoluta desfachatez. El mismísimo Mr. Banzo procedió entonces a editar un 87% de mis palabras, insuflándolas de violenta belleza alegórica y deslizando algunas insospechadas verdades entre ese ramillete de mentiras. Luego, tuvo el mal tino de publicar el resultado de este experimento en su venerable weblog, Mató tu onda.

Vaya para todos aquellos damnificados mi más sincero pedido de disculpas.

Superpoderes

Estoy plenamente convencido de que absolutamente todos los seres humanos nacen con algún tipo de superpoder.

Algunos pocos afortunados cuentan con habilidades que pueden resultar económicamente rentables: romper corazones con una media sonrisa, combinar cinco notas de la manera perfecta para arrancar una lágrima o clavar una pelota en el ángulo desde treinta y cinco metros. El resto de nosotros, la inmensa mayoría, nos tenemos que conformar con pequeñas destrezas más o menos inútiles.

Luego de mucho análisis, he llegado a la conclusión de que mi superpoder personal tiene que ver con los controles remotos. Soy capaz de pisar por primera vez una habitación de hotel en algún país lejano, tomar el mando a distancia de la TV y comenzar a manejarlo en pocos instantes como si lo hubiera tenido entre mis manos durante toda la vida. Tranquilamente puedo, en una sala completamente a oscuras, reacomodar a gusto el ecualizador gráfico multibanda de un moderno combinado musical en menos de cinco segundos. Poco importan la cantidad de botones, el idioma de las etiquetas o el tipo de equipo a ser manejado: no existe control remoto se resista a mis innatas aptitudes. Mi traje sería parecido al de Superman, pero en sobrios tonos de gris y con un gran botón de "ON/OFF" en el pecho.

A no desesperar entonces, estimado/a lector/a, si su superpoder resulta tan patético como el de un servidor. Uno de estos días organizaremos la "Liga de héroes de medio pelo" y saldremos a patrullar las calles, completamente ajenos a las carcajadas generalizadas ante nuestros ridículos atuendos caseros.

Alguien, en algún momento, necesitará de nosotros. No podemos darnos el lujo de fallar.

Carnaval

Caperucita roja, vestida para la ocasión con grandes botas, una camisa a cuadros y barba de dos días, usó su hacha para abrir un tremendo tajo en el estómago de la abuelita disfrazada de lobo disfrazado de abuelita, de donde habría de emerger segundos después el verdadero leñador, graciosamente ataviado con peluca gris de rodete y florido camisón, ante la atónita mirada del lobo feroz, irreconocible bajo su amplia capa carmesí con capucha al tono.

Pinocho, camuflado a un costado como armario de larguísimo picaporte, apenas podía aguantar la risa. Las cosas en Bosque Encantado siempre se ponían más divertidas durante el carnaval.

Búsquedas

Revisando las búsquedas más populares que traen a incautos navegantes a estas páginas, me invaden sentimientos encontrados.

Por un lado, me llena de esperanza que el romance, la lírica y la música todavía encuentren lugar en los atribulados corazones de los jóvenes de hoy en día. Por otro, sin embargo, sufro ante el tremendo desafío que enfrentan las profesoras de lengua y literatura en todo el mundo hispanoparlante al intentar erradicar el gauchesco término "puema" del vocabulario de sus alumnos.

Mudanzas

Después de un prolongado período de silenzio stampa, vuelve la actividad a estas monocromáticas páginas, para deleite de unos pocos y desazón de la amplia mayoría. Una serie de mudanzas de todo tipo y factor conspiraron para mantener a quien esto escribe algo alejado de sus habituales tareas blogueriles.

En primer lugar, como ya había comentado, la compañía que nos ofrece alojamiento cibernético virtual decidió trasladar sus equipos desde las precarias instalaciones que originalmente ocupaban en el baño de mujeres del cuarto piso del asilo neuropsiquiátrico municipal de Minsk (Bielorrusia) hacia un espacio muchísimo más cómodo y tecnológicamente avanzado en el sótano del cabaret "La pierna revoleada", ubicado en una concurrida esquina del barrio latino de Honolulu. Nuestros más fieles visitantes apreciarán una notable diferencia en la velocidad de carga del sitio, que según consta en nuestras últimas mediciones pasó de 43.3 a 42.7 segundos. La calidad de los posts, lamentablemente, no mejoró ni un ápice.

Asimismo, también mudaron los habitualmente prístinos estados de salud de quien esto escribe y su pequeño vástago, quienes durante más de una semana quedaron reducidos por el cambiante clima invernal a dos patéticas masas informes, febriles, eternamente congestionadas y estruendosamente expectorantes. Las temperaturas corporales de más de 39°C y los consiguientes viajes en plena madrugada a la guardia del hospital más cercano fueron moneda corriente. Tanto es así que las autoridades del citado nosocomio están considerando emplazar una placa de bronce en la sala de espera, rebautizándola como "Honorable Príncipe Mateo I" en honor a su visitante más asiduo. Por suerte (y escribo esto con los dedos cruzados en ambas manos) parece que el ciclo de nuestras simpáticas infecciones gripales está llegando a su merecido fin.

Por último y más importante, el clan Entintado en pleno completó en estos días la mudanza de todos sus miembros y respectivas pertenencias (la cuarta en tres años, si la memoria no me falla) a unos flamantes aposentos en un suburbio al noroeste de la ciudad de Buenos Aires. Hay todavía muchas más cajas de cartón desvencijadas que muebles propiamente dichos en nuestro nuevo hogar y sabemos que tenemos por delante largos días plenos de reacomodamientos y redecoraciones, pero nuestros nuevos vecinos (insectos de todo tipo y color, lechuzas, teros, cotorras, liebres silvestres, mucha vegetación y algunos pocos seres humanos) nos hicieron sentir muy bienvenidos al hermoso barrio que hoy nos acoge.

Valgan entonces estas líneas como una tardía excusa por esta temporaria desaparición y a la vez como solemne promesa de que gradualmente se retomará el ritmo habitual de publicación en Amor Entintado de las sandeces a las que los tenemos acostumbrados. Gracias por su amable e infinita paciencia.

Canción del momento X

Leí en algún lado una entrevista a Tori Amos en la que decía que hubiera dado su brazo derecho por haber escrito A case of you, de Joni Mitchell. Mi talento musical es absolutamente nulo, por lo que probablemente tendría que sacrificar bastantes trozos más de mi cuerpo (la cabeza, las dos piernas, un pulmón, probablemente el hígado) por garabatear tan sólo una línea de esta canción.

Esta versión, en mi humilde opinión aún más disfrutable que la original, fue grabada en vivo como parte del disco Live in Paris, de Diana Krall. Resulta notable la manera en que se captura la atmósfera del escenario, más allá del cuchicheo y las toses del público: si uno escucha con atención, se llega a apreciar el sonido casi mudo de los percutores golpeando cada cuerda en las entrañas del piano y la ligera vibración del redoblante de una batería vacía, allá en el fondo. Pero quizás lo más notable es la fidelidad de la grabación de la voz, tan cristalina que uno puede adivinar el imperceptible chasquido de la lengua contra el paladar antes de entonar cada palabra.

Todas estas consideraciones técnicas, por supuesto, pasan a un remotísimo segundo plano en el preciso instante en que Diana Krall pone los dedos sobre el piano, susurra la primera frase y procede a destrozarte el alma.

Mejores dos segundos®: Difícil elegir, pero si me apuran me quedo con el fraseo de ese pedacito que dice:

I remember that time you told me, you said "Love is touching souls"
Surely you touched mine
'Cause part of you pours out of me
In these lines from time to time

Crimen perfecto

No hubo huellas digitales ni cajones en desorden ni manchas de sangre. Gruesos ladrillos tapiaban las ventanas desde hace años. La puerta estaba cerrada por dentro con una llave que alguien perdió. Nadie dijo escuchar gritos ni forcejeos ni ruidos extraños. Ni siquiera hubo víctimas y mucho menos victimarios.

El crimen inexistente resulta siempre el más perfecto.

Conversación fatal en Quilmes

—Hermenegildo, sentate; tenemos que hablar.
—Por supuesto, Azucena, si hablando se entiende la gente.
—Te lo voy a decir sin rodeos: siento que no me tenés en cuenta, que me das por sentada. Tengo seis amantes diferentes y vos, perdido en tu mundo, ni te das por enterado.
—Y, bueno. Cocodrilo que se duerme es cartera.
—Me callé por mucho tiempo, pero llegué a un punto en el que directamente te odio. Detesto tu cara y tu cuerpo me produce arcadas. Aborrezco cada pequeño detalle de tu espantosa personalidad. Y, por sobre todas las cosas, odio la forma pedante y sentenciosa en que hablás.
—Es que del amor al odio sólo hay un pequeño paso.
—También sé que no vas a cambiar nunca. Y decidí asegurarme de que no puedas lastimar a otras como me lastimaste a mí.
—Tené cuidado con eso, Azucena, por favor, que a las armas las carga el diablo.

Y así fue como El Hombre Que Hablaba Siempre En Refranes encontró, en seis certeros disparos, su merecido fin.

Galletas de la fortuna

Ante la proliferación de restaurantes chinos en nuestra hermosa ciudad, he decidido cambiar de carrera y dedicarme a la redacción de textos para galletas de la fortuna.

Listo a continuación algunos ejemplos de mi trabajo:

  • Te quedan solamente 17 besos de amor genuino en todo el resto de tu vida. Usalos sabiamente.
  • Sólo una persona de las que están sentadas en este momento a tu mesa te ama de verdad.
  • Me niego a perder el tiempo en adivinar tu patético futuro. Renuncio.
  • Siempre serás hermoso, José. Si no te llamás José, entonces no sé. Probablemente no.
  • La única manera de detener a los zombies es volándoles la cabeza. Creeme cuando te digo que esta información te será de gran utilidad muy pronto.
  • Has elegido un mal día para dejar de degollar gatitos.
  • Ésta es tu autobiografía. Fin.
  • Seguí nomás jugándole a la tercera docena, que así te va a ir.
  • Tendrías que haber prestado más atención en las clases de Educación Cívica. Ahora ya es demasiado tarde.
  • Conozco la clave para tu felicidad eterna, pero no debo (ni quiero) revelártela en una estúpida galletita.
  • Vivirás por 33 x más (reemplazar x por segundos, horas, días, meses, años o décadas; no estoy demasiado seguro).

Si alguien está interesado en contratar mis servicios, ya saben dónde encontrarme.

Postal desde Cuernavaca

Querida Zelmira:

Ayer llegué a la conclusión de que debo empezar a llevar una vida apasionante. Trepar rascacielos con las manos desnudas, dirigir un equipo de béisbol enteramente compuesto por ex-convictos, cruzar en balsa el canal de Suez, donar el riñón izquierdo.

Aunque más no sea para que el resto de mis cartas no sean tan aburridas como ésta.

Un respetuoso abrazo,

Pedro

(Gracias a Joey Comeau por la constante inspiración)

Villano

El execrable Sr. Smith sale del jacuzzi y envuelve sus asquerosamente rotundas carnes en una finísima salida de baño, que seguramente vale más que veinte sueldos de ese criado que en este momento, disimulando su odio, le acerca un Bloody Mary. El repugnante Sr. Smith camina hacia el borde de la terraza con el trago en su rolliza mano derecha y echa un vistazo a sus fastuosos e impecables jardines, fruto sin duda de años de negocios turbios y vil explotación de humildes trabajadores. Con la mirada perdida en el horizonte, el infame Sr. Smith pasa varios minutos sumido en sus pensamientos, probablemente dedicados a planear su próxima canallada.

El deleznable Sr. Smith toma ahora su teléfono celular último modelo, llama a su abogado y con voz firme le ordena donar inmediatamente toda su fortuna al orfanato del pueblo vecino.

Caramba.

El presente relato se cancela por falta de un villano decente. Sabrán ustedes disculpar.